SANÁ, Yemen, 16 de octubre de 2017 – “Está muy débil y ya no puede ni caminar. Ha perdido mucho peso”. Muhammad, de 50 años, está desesperado cuando llega al equipo médico móvil. Ha ido caminando con su hijo Yahya en brazos, que tiene cuatro años y pesa como una pluma. Muhammad ha visto a otros niños de su aldea morir de desnutrición y tiene miedo que su hijo sufra el mismo destino.

By