La Habana, Cuba, 2 de Agosto de 2017 – Eduardo no sabía lo que era ser padre hasta que le llegó el momento. Tras tres años de novios y cuatro de casados, él y su mujer decidieron que querían tener hijos. Asistieron a los servicios de planificación familiar y, cuando quedaron embarazados, asistieron siempre juntos a las consultas prenatales. Diecisiete años y dos hijos después reconoce que ser un buen padre es duro, pero que cuando se hace en equipo y con las herramientas necesarias, es posible y merece la pena.