Se esconde la ausencia del bullicio,
como huyendo de la envidia,
la misma que es amante, concubina del egoísmo.
Esto, todo lo vez,
hasta donde tu mirada alcanza
encontraras el canto de los zanates,
y en el auditórium de los aires,
aparecerán las canciones de cenzontles,
en coro con torcazas y toda ave que transita en los vientos.
Fragmento del poema Yo no vengo a pedir piedad
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