Algunas religiones inducen la práctica del ayuno como una forma de meditación o demostración de elevación espiritual.
No obstante, a nivel de salud corporal, el ayuno puede producirnos unos cuantos problemas coyunturales.
Hay quienes aseguran que dejar de hacer alguna de las comidas diarias es efectivo para bajar de peso y que incluso, esta práctica genera efectos positivos en nuestro organismo.
Si utilizamos el ayuno para perder los kilos que nos sobran, quizás no tengamos los resultados esperados.
Dejamos hambriento al cerebro
Aun cuando el resto de nuestro organismo toma sus provisiones naturales si hemos decidido ayunar, nuestro cerebro queda bastante desprotegido cada vez que realizamos una jornada de ayuno.
La explicación es sencilla: cuando dejamos de comer, se ve interrumpido el aporte de glucosa que abastece de energía al resto del cuerpo.
A partir de este escenario, las neuronas comenzarán a trabajar de una forma muy deficiente y esforzada.
- Una mala alimentación prolongada ocasiona lesiones y secuelas permanentes en el sistema nervioso humano.
- En pocas palabras, convertir el ayuno en una costumbre cotidiana puede traernos problemas.
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Déficit de calcio en el ayuno
La privación de alimentos prolongada genera un déficit en los niveles de calcio que los huesos requieren para mantenerse en buen estado.
- Incluso si lográramos bajar de peso, lo estaríamos haciendo a un coste muy elevado.
- La disminución del calcio afecta el proceso de mineralización y con ello se abre la puerta a la osteoporosis.
- El daño puede ser irremediable, sobre todo para las personas de la tercera edad. Hay grupos sociales a los que, definitivamente, no les conviene ayunar.
Población de riesgo
Existe una población de riesgo que no debe acostumbrarse a ayunar por motivo de salud.
- Así, el ayuno está contraindicado para los pacientes diagnosticados con obesidad, los hipertensos, hipoglucémicos y diabéticos.
- También está desaconsejado para las mujeres embarazadas, los mayores de 65 años y los jóvenes en etapa de crecimiento.
Todos estos grupos pueden verse severamente afectados por trastornos hormonales y alimenticios auspiciados por la privación alimenticia.
Son muchas las embarazadas que recurren a ciertos niveles de abstinencia con la intención de evitar una abrupta subida de peso.
En este caso, quienes terminan pagando las consecuencias de la mala alimentación son sus bebés.
Ayunar no es tan efectivo como dicen
Un cuerpo que deja de percibir calorías, por lógica, termina perdiendo peso.
No obstante, la estrategia del ayuno no es tan efectiva como parece. Quienes lo practican experimentan una disminución progresiva en su capacidad para quemar grasas.
Por lo general, las personas obesas y posmenopáusicas que ayunan prolongadamente llegan a un punto en el cual la reducción de peso se estanca.
Esto ocurre porque el organismo guarda algunos bancos de ácidos grasos y comienza a producir ciertas cantidades de colesterol.
Resultado final: el cuerpo se acostumbra a realizar las mismas tareas con menos recursos energéticos.
Así, pierde masa muscular, pero mantiene un límite en la pérdida de peso.
Planificación de comidas
Mucho más efectivo que el ayuno es coordinar los hábitos alimenticios.
- Evitar el desayuno nos privará de recursos energéticos necesarios, sin mencionar que esa es la comida que menos grasa acumulable en la zona abdominal genera.
- Por el contrario, si hay un turno alimenticio que debemos limitar ese es el de la cena. A partir de las 4 de la tarde nuestro metabolismo se ralentiza y esto auspicia la acumulación de grasa.
- El secreto para poder bajar de talla esta en llevar una dieta balanceada y equilibrada.
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Acelera el metabolismo
El secreto de una figura esbelta esta en nuestra capacidad para quemar la grasa no deseada.
Por eso, ir al gimnasio con regularidad, tomar agua y fortalecer nuestro sistema muscular deben ser asuntos prioritarios.
Acelerar la metabolización de los alimentos también es vital a la hora de bajar de peso.
Para lograrlo, es necesario aumentar nuestro consumo de proteínas, para que estas nos aporten las fuentes energéticas saludables y permitan la moderación del apetito.
En conclusión, quizás el ayuno tenga algunos beneficios demostrados por la ciencia.
No obstante, todo lo que pretendemos conseguir con esa práctica se puede lograr de una forma más saludable y recomendable.
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