Como cada fin de año, los padres esperamos ansiosos los resultados de nuestros hijos; nos preguntamos si ganaron el grado, si seguirán en el mismo el año entrante?

Lo cierto es que vivimos momentos, podríamos decir de angustia, aunque la tratamos de ocultar con las palabras siguientes: Si no ganaste el grado, no vas a tener regalo de navidad, no vas a ver televisión durante las vacaciones; Tendrás que dedicarte a estudiar para recuperar las clases que perdiste, etc. etc.

Nos llega la nota: Estimados padres de familia, por este medio los saludamos cordialmente y a la vez les informamos que la clausura será el día… Por lo que les hacemos la cordial invitación para que asistan a la misma a partir de las 14:00 horas en las instalaciones del colegio.

LLega la fecha prevista, y hacemos acto de presencia, como siempre, los actos no inician a la hora indicada, y esto contribuye a acentuar nuestro nerviosismo. Después de una hora de atraso, se inician los actos protocolarios; luego de concluidos, siguen los actos presentados por los alumnos del plantel.

Queda para el final la entrega de certificados y diplomas, nuestro nerviosismo e incipiente enojo (sin saber los resultados) nos mantiene con la mente a altas revoluciones.

Cuando al final llega el turno a nuestros hijos, y el director del colegio dice, PROMOVIDO, el nerviosismo se vuelve emoción y satisfacción; damos gracias a Dios porque nuestro esfuerzo ha sido recompensado con la promoción de nuestros hijos al grado superior y los felicitamos por haberlo logrado.

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