Me interesó el siguiente artículo que tomo de Si la vida nos da limones…; me hizo recordar algo que un amigo me contó hace varios años y que sucedió en el periférico. En una ocasión el iba hacia su trabajo cuando de pronto, un automóvil lo rebazó e hizo un giro brusco y casi colisiona con otro vehículo. El que estuvo a punto de provocar la colisión pidió disculpas y el del otro vehículo no las aceptó y empezó a frenarle el carro y no lo dejaba pasar.

El del primer auto, volvió a decirle que disculpara pero el otro piloto no aceptaba nada en absoluto. Al final el piloto que provocó todo esto, sacó una escuadra y le disparó al del otro auto de adelante dándole en la cabeza y matándolo; resultado funesto. El amigo que me contó esto, cuando vio el resultado, siguió su camino hacia su trabajo pensando en lo que había provocado primero, una imprudencia, luego la arrogancia y el orgullo de no aceptar una disculpa. Todos estamos sujetos a cometer una imprudencia cuando manejamos, en la mayoría de las veces sin el ánimo de hacerlo; por lo mismo, creo que debemos de ser tolerantes con nuestros semejantes.

Ahora leamos el siguiente artículo:

Trata a los demás como hermanos

Hace poco conducía mi auto y, al llegar a una intersección, un auto que iba adelante tuvo que frenar de pronto pues otro auto no hizo del todo el alto. El del primer auto empezó a sonar la bocina del auto y a gritar por la ventana; cuando el conductor del segundo auto bajó la ventanilla, resultó que al parecer eran amigos, y todo terminó en risas y algunos gestos.

Me puse a pensar entonces cuán diferente sería el mundo si viéramos a los demás no sólo como amigos, sino como hermanos. Si en vez de gritar habláramos o si en vez de ser indiferentes perdonáramos.

¿Acaso no somos hermanos todos?

Que en esta semana que inicia Dios nos regale el don de ver a todos como hijos del mismo Dios, donde todos somos iguales y tenemos el precio invaluable de la Sangre de Cristo.

Arturo Quirós Lépiz

Fuente original: Si la vida nos da limones…